viernes, 10 de octubre de 2008

Esto son Pollas



En Granada tenía que ser...

Esto son Pollas, el Ideal de Granada

Aunque parezca increíble o chocante, en Lanjarón se crían 'pollas'. Sí, 'pollas' que se pueden conservar en vinagre. Grandes y abundantes. Antonio Valdés Lozano, más conocido por 'Sartenillas' las cultiva y prepara cuando les llega la hora de hincarle el diente en su preciosa finca de Los Parrales, donde abundan también los higos y otras clases de frutas como el madroño.

Valdés recuerda como hace unos treinta años consiguió la planta en Torrenueva. «Me la proporcionó un labrador de frutos tropicales. Este hombre se acercó a la oficina de la Caja Rural donde yo trabajaba y llevaba en una mano dos frutas alargadas. Yo le dije que no había visto nunca aquella clase de fruto y, entonces, aquel cliente me contestó que si me comía aquella fruta pensando en que tenía sabor a plátano, tendría sabor a plátano; si pensaba que tenía sabor a chirimoya, pues tendría sabor a chirimoya y así sucesivamente. El hombre tenía razón y me regaló unas semillas. Le di las gracias y cuando le pregunté como llamaban aquellas frutas, ni corto ni perezoso me dijo que debido a su forma se le llamaban 'pollas'. A mí me dio por reír y si por pocas 'pelicho' (muero) de tanta carcajada».

La maduración

Las 'pollas' de Antonio Valdés son comestibles. Cuando maduran, sin dejar de estar muy tiesas, se desprenden de la cáscara. Cada polla tiene por dentro granos parecidos a los de maíz que están sujetos a una especie de pabilo como el de las panochas de maíz. Es entonces cuando el fruto se despega y se encuentra apto para comerlo crudo o conservarlo en vinagre. Las 'pollas', que tardan casi un año en ponerse grandes, comienzan a madurar a últimos de diciembre y primeros de enero. La planta, para que se críe bien y de buenos frutos a los cuatro años de ser plantada, precisa mucha agua y abono porque, de lo contrario, no da nada de 'pollillas' para vinagre. «Serían pollillas raquíticas y muy chicas», afirma Valdés.

En Lanjarón se crían en otros lugares más 'pollas' porque Antonio Valdés les ha proporcionado senillas a algunos de sus amigos. «El llamarle 'pollas' es porque se asemeja el fruto a un pene muy grande, de los que creo yo que no se estilan por estas tierras. Algunas miden más de 30 centímetros y eso es mucho. También son muy gordas. La gente cuando las ve se parte de risa y en torno a ellas surgen muchas conversaciones picantes. Yo crío al año unas 150 pollas para la familia y amistades porque están muy ricas de comer. Eso sí, no se pueden comer a bocados porque el pabilo tiene pinchos como los del higo chumbo y, esos, sí es verdad que no es cuestión de comérselos», terminó diciendo este particular agricultor alpujarreño.