martes, 30 de junio de 2009

Pesadilla en Boesmansgat, la “sima del bosquimano”

Fogonazos genial como siempre.



Dice Ander Izaguirre en su libro “Cuidadores de Mundos” que los espeleobuceadores son esas “personas que, cuando ven un manantial, sienten unas ganas locas de meterse en el agua, colarse por la boca de la surgencia y bucear, montaña adentro, por estrechas y serpenteantes galerías inundadas”. “A veces”, explica Ander, “descubren cavernas del tamaño de una catedral, sumidas en una oscuridad absoluta, por cuyas paredes saltan cascadas de una belleza escalofriante que nadie ha visto jamás hasta que los espeleobuceadores las iluminan con sus focos”.Una de las fosas más profundas y espectaculares jamás exploradas por el hombre está en Sudáfrica y es conocida como el agujero de Boesmansgat, o del “bosquimano”, en lengua afrikáner. Este abismo, de 271 metros de profundidad, tiene una estrecha y claustrofóbica apertura, pero una vez accedes a su interior, explican los que han vivido la experiencia, bucear allí dentro es como “pasear por el espacio”.En octubre de 2004, el buceador australiano Dave Shaw se convirtió en uno de los pocos seres humanos capaz de alcanzar el fondo del Boesmansgat. Como él mismo solía recordar, solo seis personas en el mundo (incluido él) habían sido capaces hasta entonces de bucear por debajo de los 250 metros de profundidad, o lo que es igual, “menos gente que los que han pisado la Luna”. Pero en el camino se topó con algo que cambiaría su destino. (Seguir leyendo)